Menorca tiene espíritu libertario, como buena isla mediterránea. Siempre dispuesta a jugar con la rosa de los vientos y a recoger en sus brazos viajeros inquietos, sin pedir más pasaporte que el saber mecerse en la tramontana o en los vientos del sur.
Menorca trae a todo aquel que la visita paz, tranquilidad, armonía, libertad…
Situado en un punto estratégico, a ciento cincuenta millas al norte de la ruta entre Gibraltar y Nápoles, el puerto de Mahón ha sido considerado durante siglos el mejor puerto natural del Mediterráneo. Ya no se acercan galeotes, fragatas ni bergantines, como aquellos que atacaban sus muy codiciadas costas, pero su embarcación tradicional sigue haciendo posible la pasión por navegar.
Fue en estas aguas donde comenzó sus aventuras de ficción el almirante Jack Aubrey, protagonista de Capitán de Mar y Guerra. La misma mar donde entró el corsario Barbaroja para tomar a sangre y fuego la ciudad de Mahón.
Maó, el Port Mahón de los ingleses, actual capital de la isla, no es una ciudad monumental. Su encanto no procede de grandes edificios o barrios señoriales, sino del carácter mismo de la ciudad. De su armonía y, sobre todo, de un puerto que constituye su autentica joya. Aquí convivieron gentes de muchas nacionalidades y condiciones, unidas por el intenso tráfico marítimo del puerto. De toda esta mezcla, alentada por un espíritu mercantil y marinero, surgió una sociedad abierta.
Merece la pena dar un paseo por su casco antiguo (Carrer Nou, s’Arravaleta, Carrer de ses Moreres, Carrer de Hannover, Carrer d’Isabel II, Pont de Sant Roc), visitar la pescadería, el Teatro –el más antiguo de España-, y el Claustre del Carme; y hacer una excursión por las inmediaciones: Es Grau y el Parc Natural de S’Albufera des Grau, Sa Mesquida, la Fortaleza de La Mola, el faro de Favàritx y el poblado de Trepucó.
En el extremo opuesto a Mahón, Ciutadella conserva su alma medieval. Es la ciudad de la catedral, de las casas solariegas de la piedra noble, …pero uno de los rincones más atractivos es el mercado. Un edificio de hierro en cuyos puestos se pueden encontrar todos los pescados locales.
El casco antiguo de Ciutadella es una pequeña ciudad fortificada, de ahí su nombre, donde la herencia musulmana se manifiesta en las intrincadas y animadas calles del centro, que se encuentran repletas de comercios, terrazas y cafeterías.
Ciutadella muestra manifestaciones de su marcado carácter episcopal en el convento de Santa Clara, la Iglesia del Sant Crist, así como el Seminario y su Museo Diocesano. Aunque por encima de todas y de forma especial sobresale la Catedral de Menorca. La Catedral está situada en la Plaza Pío XII y es el único templo medieval que existe en la isla de Menorca.
Un paseo por la plaza del Born y las callejuelas que conforman el casco antiguo, los palacios señoriales, el encantador puerto de Ciutadella, el Castell de Sant Nicolau, …. será la mejor manera de descubrir esta ciudad de acusado y señorial perfil.
En sus inmediaciones destacan especialmente la Naveta des Tudons, Punta Nati,Cala Morell y la Vall de Algaiarens en la carretera norte, y las playas de Macarella, Cala Turqueta, y el Arenal de Son Saura, en el sur.
El rasgo que mejor distingue este municipio con el resto de la isla es su relieve que, marcado por la presencia de numerosas montañas con los correspondientes barrancos y torrentes, contrasta con la uniformidad de la isla. Pues, en este municipio, a excepción de Monte Toro que se encuentra en Es Mercadal, están ubicadas las montañas más altas, como S’Enclusa (276m), seguida de la serralada de la Marina de sa Serra, que enlaza por poniente con la tercera montaña más alta de la isla, Santa Àgueda (264m), en cuya cima encontrareis las ruinas de un castillo y unas vistas realmente bellas.
Ferreries, población medio agrícola y medio industrial, es conocida internacionalmente por sus fábricas de calzado, que combinan la elaboración artesanal con la calidad y estilo de cada momento.
En las inmediaciones de la población encontrareis sus playas de agua turquesa: Cala Galdana, Cala Mitjana o Trebaluger. Por su lado, una visita al agroturismo Hort Sant Patrici os dejará con muy buen sabor de boca.
Es Mercadal se encuentra al pie de la montaña de El Toro, la más alta de la isla con 358m. En su cima hay una torre cuadrada del s.XIV y una ermita -antaño albergue de frailes de clausura y hoy regentada por un grupo de monjas que se ocupan del cuidado de la iglesia y de las dependencias anexas- en la que se venera la imagen de la Virgen del Toro, Patrona de Menorca. Desde la cima se domina una espléndida panorámica de toda la isla y, si el día es claro, también la de Mallorca.
Es Mercadal es un pueblo inmaculado, de casas pulcramente encaladas y calles enlosadas, buen ejemplo del cuidado con que los menorquines conservan su entorno. Las viviendas vecinas al torrente, al que se asoman sus pequeños jardines y huertos tienen un peculiar encanto.
Este municipio se ha ganado un justo prestigio por su excelente oferta gastronómica. Pues, además de contar con los restaurantes que resuelven la cocina al más puro estilo menorquín, dispone de las pastelerías más especializadas en repostería menorquina.
En sus inmediaciones encontrareis el pintoresco enclave marinero de Fornells, así como algunas de las playas más bellas de la isla: Cala Pregonda, Binimel·là o Tirant.
Es Migjorn Gran es una pequeña localidad eminentemente rural situada entre Es Mercadal y la playa de Sant Tomàs. A pesar de que el desarrollo del turismo ha modificado parcialmente su estructura urbana, Es Migjorn ha conservado plenamente la arquitectura tradicional de su núcleo primitivo y llama la atención por sus características casetas blancas, inmersas en un bello paisaje de cultivos aterrazados.
Actualmente la vida económica de Es Migjorn Gran está estrechamente vinculada a la urbanización turística de la playa de Santo Tomás, aunque el sector agrícola sigue teniendo cierta importancia.
Resulta muy interesante realizar una visita a la espectacular Cova des Coloms y bañarse en las aguas de Sant Tomàs, San Adeodato o Binigaus.
Por su papel histórico de mediadora entre Ciutadella y Maó y por el aire de villa independiente que le otorga su equilibrada economía, puede decirse que es la tercera “capital” de la isla.
No en vano, esta localidad es considerada la cuna del queso menorquín, de famosa proyección internacional. La producción quesera, la elaboración de embutidos, pastelería y licores, la industria del calzado y el turismo, que se concentra en las playas de su término municipal, constituyen las bases de su economía.
Alaior posee rincones que vale la pena no perderse, como la capilla del Rosario, en el interior mismo de la iglesia de Santa Eulalia y el palacio Can Salort, hoy convertido en sede de la Universidad de las Islas Baleares en Menorca.
Aparte de Santa Eulalia, atesoran gran interés la iglesia de San Diego -antiguo convento de franciscanos, en cuyo conjunto arquitectónico llama la atención el claustro llamado “Sa Lluna” por su talante colonial-, la de San Pedro y la popular ermita de San Lorenzo, situada en el paraje denominado Binixems.
A través de los caminos rurales de sus alrededores podéis realizar diversas excursiones interesantes. Destaca la visita del poblado de Torre d’en Galmés; el yacimiento arqueológico de mayores dimensiones de Menorca. Los lugares más destacados de su entorno se encuentran en Son Bou (playa más larga de la isla) y en Cales Coves, una idílica cala que presenta multitud de cuevas de la época prehistórica.
Fundado por los franceses durante su breve ocupación de la isla (1756-1763), Sant Lluís es el más antiguo de los pueblos planificados de Menorca en el siglo XVIII.
A pocos kilómetros al sur de Mahón, la característica principal de su urbanismo es el trazado regular de sus calles y plazas. Entre ellas, ocupa una posición central la iglesia de estilo neoclásico, totalmente blanqueada, al igual que la mayoría de las casas de la localidad. Otro edificio significativo de la población es el Molí de Dalt, un antiguo molino de trigo convertido hoy en museo etnológico.
En relación a las urbanizaciones y playas que conforman el litoral sur de Sant Lluís, son de especial interés la playa de Binibeca, el Pueblo de Pescadores de Binibeca Vell, Cala Torret y Punta Prima. En el mismo sentido, las urbanizaciones de Alcaufar y S’Algar, ubicadas en la costa este de Sant Lluís, también son muy recomendables.
Es Castell está situado entre Cala Corb y Cales Fonts, a unos dos kilómetros y medio de Mahón. Es el municipio más pequeño de los ocho en que está dividida la estructura territorial y administrativa de la isla. Fundada por los ingleses entre 1771 y 1781, recibió el nombre de Georgetown, que, tras la ocupación de Menorca por las tropas franco-españolas, se permutó en el de Villacarlos-en honor de Carlos III-, si bien los isleños continúan llamándola Es Castell.
El urbanismo de Es Castell responde a un trazado geométrico. Su pasada vocación militar es fácil de reconocer en la que fue gran plaza de armas y, actualmente, amplia plaza central, flanqueada por sus blancos cuarteles y las Casas Consistoriales, además del Ayuntamiento y un museo militar, en la que se celebra el tradicional jaleo. El enjalbegado de las casas -gran parte de ellas con las características ventanas inglesas de guillotina- confiere a la estructura urbana un singular perfil.
Esta población desemboca en Cala Corb, donde encontraréis Es Cau, un singlar garito de copas y guitarreo, y en Cales Fonts, un encantador puerto pesquero con acogedoras cuevas convertidas en pintorescos bares y restaurantes, en los que además de degustar la típica cocina menorquina, podréis disfrutar de música en vivo en más de una ocasión.
En sus inmediaciones resulta muy conveniente una visita al Castillo de San Felipe, de vital importancia durante el siglo XVIII para la defensa del Port de Maó y en donde a día de hoy se realizan visitas guiadas nocturnas muy entretenidas; y a la Cala Sant Esteve, flanqueada por el Fort Marlborough, construido por los ingleses entre 1710 y 1716.
No se entiende ninguna fiesta en Menorca que no sea con los caballos de pura raza menorquina. Negro como el azabache, de aires sueltos, superviviente en el rico mestizaje de las razas. … No creo que haya un símbolo más apropiado que el caballo para el alma y la cultura de la isla.
Coincidiendo con la temporada estival, cada localidad celebra sus fiestas patronales. Sin embargo, las que más tradición arraigan son las fiestas de Sant Joan, en Ciutadella. Miles de personas de todos los rincones del mundo se agolpan en la ciudad para celebrar unas fiestas sin igual.
Cuando el Dios de la noche se acerca para tender su velo, comienzan las horas más paganas. Menorca ofrece una variada oferta nocturna. La mayoría de los locales se concentran en los puertos de Maó y Ciutadella, donde podéis encontrar desde locales tranquilos para tomar una copa, hasta las más animadas salas, donde se programa música en directo. Especial atención merece la Cova d’en Xoroi, discoteca ubicada en el interior de una impresionante cueva natural con inigualables vistas al mar. La encontraréis en Cala’n Porter. Por su lado, en Ciutadella, se encuentra la discoteca Space, franquicia de la prestigiosa y famosa discoteca de Ibiza. Lo que si es cierto es que durante la temporada estival vayáis donde vayáis, la fiesta y el buen ambiente están asegurados.
Os darán las cuatro y las cinco, la noche entera. Pasará toda una vida y Menorca seguirá amaneciendo distinta para cada mirada.
Menorca, la isla de la calma, el viento, la deseada.
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